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Primavera: El renacimiento de la vida

En las fincas mendocinas cada estación tiene su propio atractivo, con las hileras de viñedos que se extienden hacia el horizonte y la Cordillera de los Andes como marco escenográfico.

Primavera: El renacimiento de la vida

Al igual que sucede con las plantas en general, luego de la cosecha de los frutos el ciclo de la vid vuelve a comenzar

En las fincas mendocinas cada estación tiene su propio atractivo, con las hileras de viñedos que se extienden hacia el horizonte y la Cordillera de los Andes como marco escenográfico.
Al igual que sucede con las plantas en general, luego de la cosecha de los frutos el ciclo de la vid vuelve a comenzar. Por eso, en invierno los viñedos reducen sus signos vitales al mínimo hasta el comienzo de la primavera, que representa el despertar de la vid. Con la llegada de los días cálidos, los sarmientos comienzan a brotar después del largo descanso invernal (llamado “reposo vegetativo”) y la finca empieza a teñirse de verde ¿Pero qué es lo que sucede detrás de esa transformación?

La primavera en la finca se inicia con el lloro de la vid, un fenómeno vegetal muy particular que sucede cuando la temperatura media del suelo alcanza los 10°C y el metabolismo de la planta se empieza a activar. El ascenso de las temperaturas, sumado a las horas de sol y a la humedad del suelo, hace que la savia comience a circular y las raíces de la planta entren en acción luego del reposo invernal.
Durante esta etapa, la vid absorbe hormonas vegetales, agua, minerales y nutrientes del suelo, y las raíces comienzan a irrigar la savia hacia las partes aéreas de la planta. Cuando la savia alcanza los bordes de los sarmientos o ramas que fueron cortados durante la poda invernal, la planta “llora” para curar sus heridas y protegerse de agresiones externas. Este lloro consiste en pequeñas gotas de líquido transparente que son producto de una mezcla de sustancias vegetales que preparan a las plantas para continuar con el ciclo que culmina en la vendimia.

Durante esta etapa, la vid absorbe hormonas vegetales, agua, minerales y nutrientes del suelo, y las raíces comienzan a irrigar la savia hacia las partes aéreas de la planta.

Una vez que el lloro cesa, con los días más cálidos y las noches que ya no son excesivamente frías, la planta comienza su etapa vegetativa con las reservas acumuladas en sus raíces y en el tronco. Así, las yemas de los sarmientos comienzan a hincharse hasta la separación de las escamas que los recubren y aparecen los primeros brotes verdes que se convertirán en hojas. Luego de la brotación, en el mes de octubre ya comienza la foliación, momento en que aparecen las primeras hojas y se forman en ellas las moléculas de los azúcares y ácidos que son determinantes en el sabor de la uva y del vino.
Ya hacia el último mes de la primavera -entre fines de noviembre y principios de diciembre- comienza la floración de la vid, la etapa en que aparecen las flores que darán lugar a los granos de las uvas que formarán los racimos. Como sucede con la mayor parte de las plantas, en esta etapa hay que prestar especial atención a las condiciones climáticas, ya que el papel de la insolación es fundamental para que la vid se alimente y pueda crecer de forma equilibrada. Además, la floración es un momento muy importante porque marca el inicio de la vendimia -si la vid florece temprano, la cosecha también será temprana- y el volumen de uvas que el viñedo otorgará.
Más allá de ser una de las estaciones más atractivas por las postales que otorga de las fincas, la primavera marca el renacimiento de la vid, el inicio de su fase vegetativa y el comienzo del camino hacia la vendimia.

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