En los últimos tiempos, los vinos blancos han experimentado un notable avance en su presencia en las estanterías y mesas de Argentina. Este fenómeno se debe, principalmente, por la creciente calidad de estos vinos. Sin embargo, también se corresponde con el cambio de percepción por parte de los consumidores, quienes han comenzado a apreciar la amplitud e intrigante diversidad que caracteriza a este universo.
Esta distinción entre vinos blancos se basa en dos aspectos interrelacionados que definen a estas bebidas: en primer lugar, la estructura, la sensación en boca y el cuerpo; y en segundo lugar, la variedad de uva utilizada en su elaboración. Aunque en el pasado se solía asociar los vinos blancos con ejemplares informales, ligeros y suaves, recientemente han surgido los blancos con cuerpo como un estilo que ha ganado relevancia y ha cautivado a los consumidores.
Estos vinos destacan por otorgar un papel predominante a la fruta sobre la acidez. Ya no se trata simplemente de blancos livianos; ahora, exhiben mayor cuerpo y estructura, son menos afilados y más serios, amplios y complejos. Generalmente, son elaborados con variedades como Chardonnay, Viognier o mediante la combinación de diversas cepas blancas, a veces añejados parcialmente en barricas de roble.
Chardonnay redondos y de buen volumen, como el Luigi Bosca Chardonnay, un vino que equilibra frescura y fluidez con cuerpo y untuosidad en el paladar, respaldado por la fruta y con un carácter distintivo.
Estos ejemplares no pertenecen al segmento de los blancos jóvenes y frescos que solían dominar la escena veraniega, pero tampoco son los vinos redondos y untuosos con largas crianzas en barrica que se disfrutan en invierno. Son la elección ideal para acompañar platos estacionales como ensaladas tibias con vegetales cocidos, pescados azules a la parrilla, frituras de mar, paellas y arroces con mariscos.
Algunos de los representantes más destacados del estilo de los blancos con cuerpo incluyen:
– Chardonnay redondos y de buen volumen, como el Luigi Bosca Chardonnay, un vino que equilibra frescura y fluidez con cuerpo y untuosidad en el paladar, respaldado por la fruta y con un carácter distintivo.
– Riesling vivaces y complejos, como el Luigi Bosca Rieslin, un pionero entre los varietales argentinos con aromas expresivos que evocan frutas tropicales, ciertas notas minerales, buen cuerpo y una personalidad bien definida.
– Blends más señoriales, como el De Sangre White Blend (una mezcla de Chardonnay, Semillón y Sauvignon Blanc). Con una nariz expresiva y netamente frutal, una textura untuosa y vibrante, este vino es delicado y elegante.
